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La Guerra de la Triple Alianza: la más sangrienta de America Latina

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El 1º de enero de 1869 un ejército de brasileños, argentinos, y unos pocos uruguayos, ocupó Asunción. Fue el principio del fin de una contienda que para historiadores quedó entre las más violentas de la región. María Victoria Baratta* batalla de Yatay. Centro: Asalto de la Tercera columna argentina a Curupaytí. Derecha: Vista interior de Curuzú visto desde aguas arriba. Todas están en el Museo Nacional de Bellas Artes. FOTO: MNBA MÁS NOTICIAS DE ELOBSERVADOR Solo en diez distritos del país se cumplen las leyes de paridad El 2018 según los fotógrafos de PERFIL: ver para creer lo que pasó Argentina, según sus vecinos: un país culto de maleducados Acabamos de transitar un 1º de enero de 2019 peculiar en la región con la asunción de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil. El evento despertó una tensa expectativa ante la posible flexibilización de las políticas que rigen el Mercosur. La tensión regional, no obstante, se encuentra lejos de sus máximos históricos. Hace 150 años la Cuenca del Plata estaba viviendo los últimos meses de una guerra prolongada. Un 1º de enero, pero de 1869, un ejército conformado por brasileños, argentinos y uruguayos tomó la capital de Paraguay. Guerra. La guerra del Paraguay o de la Triple Alianza –conocida en Paraguay como Guerra Grande o Guerra contra la Triple Alianza– fue para muchos investigadores el conflicto bélico más largo y sangriento de la historia de América Latina. Enfrentó a los tres países signatarios de la Triple Alianza –Brasil, Argentina y Uruguay– contra Paraguay en una contienda que se prolongó durante más de cinco años, entre fines de 1864 y comienzos de 1870. Paraguay fue el gran derrotado. Según las últimas estimaciones académicas sufrió una pérdida de entre el 60 y el 69% de su población. La República Argentina fue un actor destacado de la contienda. El jefe del ejército aliado en los primeros años fue Bartolomé Mitre, presidente de la Nación. La guerra contra Paraguay desató muchas resistencias en el país, pero también le permitió a un Estado Nacional recientemente formado comenzar a consolidar un ejército nacional y acallar la disidencia armada federal. La guerra fue más larga de lo que todos los actores pensaron que sería. Terminaba el año 1868 y habían pasado ya varias etapas desde su inicio: el sitio de Paysandú, las campañas de Corrientes, Mato Grosso y las campañas de Humaitá y Piribebuy, ya definitivamente en territorio paraguayo. Las batallas, el cólera y el hambre se habían cobrado miles de vidas. Según el tratado que habían firmado los aliados, la guerra se terminaría con la caída del gobierno del presidente paraguayo Francisco Solano López.   El 1º de enero de 1869 el ejército aliado al mando del Duque de Caxias entró en la capital de Paraguay. Pero la ciudad estaba casi vacía y López no estaba allí. Asunción había sido abandonada por los pobladores por orden del gobierno paraguayo un año antes. Los soldados aliados que llegaron a la capital paraguaya se encontraron con una ciudad en donde el pasto crecido avanzaba entre calles habitadas por perros, gatos y palomas. Las casas estaban desocupadas. Los soldados arrasaron con las pertenencias de los asuncenos y quemaron algunas viviendas. Buscaron supuestos tesoros enterrados. Arrancaron puertas y ventanas para hacer fogatas. Existen testimonios que hablan incluso sobre la profanación de tumbas. Asunción fue saqueada y sobre el actual palacio de gobierno se izó la bandera brasileña. Distintas fuentes coinciden en que la mayoría de los saqueadores fueron soldados brasileños. El ejército aliado estaba en ese momento compuesto por una abrumadora mayoría de combatientes del país gobernado por el Emperador Pedro II. La presencia de uruguayos era simbólica. Las tropas argentinas habían mermado en número con respecto al inicio de la contienda. En 1869 estaban compuestas por aproximadamente 4 mil  soldados al mando de Emilio Mitre. El general había dado la orden de no participar del saqueo y organizó el campamento en una zona alejada. Sarmiento, entonces presidente de la Nación lo felicitó: “Aplaudo la determinación prudentísima de Ud. de no entrar en Asunción, dejando a la soldadesca brasileña robar a sus anchas. Esta guerra tomará proporciones colosales en la historia y es bueno que nuestro nombre figure limpio de reproche.” De todas maneras existen testimonios que acreditan que un número reducido de soldados argentinos y uruguayos participaron de la rapiña. En Buenos Aires los periódicos estaban obsesionados con marcar la diferencia de conducta respecto de los “bárbaros” brasileños, aunque algunos no dejaban exenta a la Argentina de responsabilidades. En el editorial del 20 de enero de 1869 del periódico más vendido de la época, La Tribuna, podía leerse: “¿Pero la responsabilidad de la República Argentina queda salvada con esto y con la protesta que se dice haber elevado el general argentino? De ningún modo. La República Argentina es uno de los poderes aliados y la paz, el orden y el respeto a las vidas y fortunas en el territorio paraguayo, forma una de las bases y uno de los fines de la alianza.” Resistencia. Mientras Asunción era ocupada, el presidente paraguayo resistía en Piribebuy. La guerra no estaba terminada y coexistían dos gobiernos en territorio paraguayo. En la Asunción ocupada se estableció un gobierno provisorio formado por paraguayos opositores a López. De a poco comenzaron a acercarse algunos pobladores y otros fueron llevados a la fuerza por los aliados. Al saqueo material le siguieron los abusos, violaciones y venta de personas. Es conocido el caso de los niños paraguayos que murieron en las últimas batallas de la guerra cuando ya no quedaban casi hombres adultos. Lo que está menos estudiado es el caso de niños que fueron secuestrados o vendidos como servidumbre a los aliados. Los periódicos de Paraguay publicaban avisos de familias buscando a sus niños. El inminente fin de la guerra abrió una disputa entre Brasil y Argentina que de alguna manera permitió que el Paraguay continuara existiendo en el mapa. El ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Mariano Varela, había enunciado la famosa frase “la victoria no da derechos a las naciones aliadas para declarar por sí, límites suyos los que el tratado señaló”. El principal fundamento de la Doctrina Varela sostenía que si el gobierno argentino había intervenido en la guerra de la Triple Alianza contra el gobierno de López lo había hecho por haber sido agredida por el dictador paraguayo y no por reclamos territoriales. Sin embargo, los reclamos territoriales no serían abandonados y Varela sería reemplazado.   Con la capital tomada, quedaba la última fase de la guerra, la más cruenta, la “caza” de López. El 1º de marzo de 1870 un soldado brasileño puso fin a la vida del presidente paraguayo. La guerra se había terminado. Pero la ocupación recién comenzaba. Los aliados se quedarían varios años más. Los exiliados políticos paraguayos de los regímenes de José Gaspar Rodríguez de Francia y de los López regresaron a ese país ocupado. Dirimieron sus desacuerdos políticos a través de periódicos, asociaciones y levantamientos armados que apelaron muchas veces a simpatías y protecciones brasileñas o argentinas. Las negociaciones independientes del Imperio Brasileño con Paraguay despertaron el enojo en nuestro país, que había respetado a rajatabla un tratado que establecía que no debían hacerse ese tipo de acuerdos por separado. Un conflicto bélico con Brasil se insinuó, aunque no se vio concretado. Desolación. Los periódicos paraguayos del período de la ocupación describen un panorama social desolador en el cual el hambre no daba tregua y la economía no terminaba de recuperarse. En ese contexto la presencia de los ejércitos que habían ganado esa guerra condicionaba el debate público. Aunque en menor número, la presencia argentina impuso legados importantes. El primero fue la Constitución de 1870 de Paraguay, un calco de la argentina sancionada en 1853. El segundo más simbólico fue un feriado “nacional”: el 25 de mayo. En realidad Paraguay le había dado la espalda a la Revolución de Mayo y había declarado su independencia de manera temprana. El 3 de febrero de 1876 se firmó en Buenos Aires el Tratado de Paz, Amistad y Límites entre el Paraguay y la Argentina. Argentina logró la mayor parte de sus pretensiones territoriales: Misiones y la actual Formosa. La excepción fue un territorio denominado Villa Occidental, hoy Villa Hayes, en honor al presidente mediador de EE.UU. A mediados de 1876 las tropas argentinas y brasileñas terminaron de desocupar Paraguay. Habían pasado más de siete años desde el año nuevo de 1869. Muy lentamente Paraguay comenzaría a recuperarse de los efectos de una guerra total. Argentina estaba cerca de consolidar su estado nacional e iniciar el período de auge de su economía agroexportadora. * Investigadora del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” (UBA-Conicet). Su libro sobre la guerra será publicado simultáneamente en Buenos Aires, México y Madrid en el mes de abril por Sb editorial. (Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de «share» o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a [email protected]

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