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La globalización tiene que reaccionar

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La retirada de EEUU de los pactos de comercio podría ser aprovechada por otros actores para ganar relevancia internacional. Es el caso de China, que quiere crecer en el Pacífico. Europa y Japón también deben actuar.
La retirada de EEUU de los pactos de comercio podría ser aprovechada por otros actores para ganar relevancia internacional. Es el caso de China, que quiere crecer en el Pacífico. Europa y Japón también deben actuar.

Donald Trump fue elegido presidente de EEUU por su programa antiglobalización y, en concreto, por su promesa de transformar o abandonar los actuales acuerdos comerciales de EEUU y romper los que se encuentran en trámites.

El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP) ya corría peligro antes de las elecciones, aunque la victoria de Trump le ha dado el golpe de gracia. Por su parte, La Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP) no llegará a nacer.

La cuestión es cuáles son las consecuencias de la postura de EEUU con respecto al resto del mundo. Algunos creen que sin el liderazgo de Washington en la integración económica internacional se extenderá el proteccionismo y la voluntad de aquellos que quieren abrir sus economías o expandirlas aún más se verá minada. Estas personas se fijarán en Europa, que el mes pasado aprobó finalmente por un estrecho margen el acuerdo de libre comercio con Canadá (AECG), y sólo de forma condicional.

Pero también existe la posibilidad de que la victoria de la antiglobalización en EEUU y en Reino Unido incite a otras personas a continuar luchando para reducir las barreras nacionales.

En la cumbre del APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) que se celebró en Lima la semana pasada, el primer ministro de Nueva Zelanda John Key prometió con tono desafiante seguir adelante con la integración comercial en el Pacífico. Sugirió modificar el acuerdo para que sea más atractivo para la Administración Trump y dejó claro que el resto de participantes en el acuerdo deben mantener su postura, aunque no participe EEUU.

Por su parte, Pekín ha reaccionado con astucia a la elección de Trump y ha propuesto a los países que forman parte del TPP que se cree una nueva zona de libre comercio en la que se incluya a China. Australia ya ha mostrado su interés en esta alianza, que marginará a EEUU.

CHINA Y EL APERTURISMO

Es curioso que China se haya convertido en el defensor de la apertura económica global. Aunque tiene toda la lógica si EEUU decide renunciar al liderazgo. Puede que, durante la cumbre del APEC, Barack Obama tuviese la sensación de que le estaba entregando el liderazgo al dirigente chino cuando citó al economista Adam Posen: ‘‘No se puede conseguir algo a cambio de nada, y China tiene algo que ofrecer’’.

Esto demuestra la constante importancia de la integración global, pero también, en especial, de quién lidera los esfuerzos integradores. El ‘algo’ que ofrece China es menos ambicioso que el TPP, puesto que no incluirá las disposiciones fundamentales sobre el empleo ni la normativa medioambiental. Además, al contrario de lo que lo que sucede con el TPP, esta integración comercial favorecería más a China que a EEUU y a sus aliados.

Por este motivo, el comercio en el Pacífico es uno de los aspectos más importantes para que EEUU mantenga el orden mundial que estableció y ha mantenido desde la Segunda Guerra Mundial. El ‘‘lo primero EEUU’’, podría pasar a ser rápidamente ‘‘EEUU, lo último’’. Y, tal y como el difunto poeta Leonard Cohen declaró en una entrevista hace unos años: no os gustará lo que viene después de EEUU.

La decisión de EEUU es básicamente la más relevante. Pero es en Europa donde se halla la disputa más inmediata entre la integración o el aislamiento en la economía global. En parte, como es evidente, en el proceso del Brexit , donde se debate cuánto se suben las barreras comerciales entre Reino Unido y su mayor socio comercial. Pero también a causa de que la propia UE está contribuyendo a la apertura comercial con dos acuerdos importantes.

Uno es el AECG, el tenso acuerdo comercial y de inversión entre la UE y Canadá que finalmente se ha aprobado, al menos de forma provisional, tras el rechazo de Valonia.

En líneas generales se consideró un motivo de bochorno para Europa. Pero habría que dejar claras las implicaciones del resultado final: un gran paquete de liberalización del comercio se sometió a un escrutinio democrático real y desordenado y sobrevivió. Es algo a celebrar en estos tiempos en los que parece que los conceptos de apertura económica y de democracia son opuestos.

El otro, sobre el que se ha comentado mucho menos, es el acuerdo de libre comercio entre la UE y Japón. Algunos opinan que, en términos económicos, los beneficios de este acuerdo serán mayores que los del TTIP. Las dos partes aún deben acordar la eliminación gradual de la protección del mercado automovilístico europeo y la reducción de las barreras a los alimentos y la agricultura en Japón.

El Brexit centró las ideas; la victoria de Trump las ha centrado aún más. A la UE y a Japón les interesa cerrar este acuerdo. Pero tienen que hacerlo con seguridad y sin más retrasos por el bien de sus propios valores y del orden liberal global,.5 dias

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