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Crece Paraguay, pero en contexto mediocre y con riesgos climáticos

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Un reciente informe de la Comisión Económica para América y el Caribe (Cepal) estima un buen desempeño económico de Paraguay, medido por el producto interno bruto (PIB) para el año 2023. Se prevé un crecimiento del 4,2%, uno de los más altos de la región. Si bien este es un resultado alentador, otros indicadores a nivel nacional e internacional dan cuenta de una situación general menos optimista, incluido el histórico efecto multiplicador reducido del PIB en el mercado laboral, lo cual afecta de manera directa a las condiciones de vida de la población.

El escenario mundial es menos alentador en términos del crecimiento del PIB. Paraguay es uno de los mejores posicionados tanto para 2023 como para 2024, pero teniendo una economía sumamente abierta es vulnerable a la evolución externa y a los vaivenes cada vez más seguidos y profundos del cambio climático.

En 2023, el crecimiento de las economías avanzadas será menor a 2022, mientras que el de las economías emergentes igual. Para el próximo año –2024– se espera una recuperación económica, luego de dos años de bajas tasas de crecimiento.

El volumen de comercio mundial de bienes ha ido disminuyendo, en línea con la debilidad del crecimiento, y para 2023 se espera un aumento pero por debajo del de 2022. Para 2024 se espera un leve repunte en el volumen de comercio, pero bajo en comparación con los registros históricos.

Hay varios factores que lo explican y que incluyen tensiones comerciales y tecnológicas entre los Estados Unidos y China que se han venido intensificando, tensiones geopolíticas, un creciente número de medidas comerciales restrictivas y políticas aplicadas por algunas grandes economías para asegurar la producción propia de suministros claves, en detrimento de la producción a través de cadenas globales de valor.

En lo que respecta a los precios de los productos básicos, estos se han ajustado a la baja desde la segunda mitad de 2022. Para 2023 se espera que esta tendencia continúe. Los precios de bienes energéticos disminuirían y se ubicarían por debajo de los precios de 2022, influidos tanto por un comienzo de año menos frío de lo esperado en el hemisferio Norte.

La dinámica inflacionaria a nivel mundial tiende a la baja, pero para 2024 todavía se esperan niveles por encima del promedio anterior a la pandemia.

El gran desafío se encuentra en la política monetaria de las principales economías desarrolladas que seguirán su fase contractiva, con altas tasas de interés y disminución de la liquidez global, lo que encarecerá el financiamiento externo, agudizando el problema del endeudamiento, incluyendo el de Paraguay.

Paraguay, como el resto de la región, se caracteriza por tener una elevada vulnerabilidad frente al cambio climático por su ubicación en una zona especialmente expuesta a cambios en las condiciones hidrometeorológicas —con una mayor incidencia de sequías y olas de calor, así como una mayor variabilidad en los niveles y patrones de precipitación— o con fenómenos climáticos graves.

Los daños macroeconómicos del cambio climático podrían ser muy significativos. Los estudios indican un fuerte impacto en el PIB de aquí a 2050, con reducciones promedio del PIB de hasta el 12% si no se toman medidas de adaptación, lo cual exige mayor inversión pública en un contexto de grandes restricciones fiscales.

Los datos anuales del PIB son claramente insuficientes para evaluar el actual contexto económico de un país como Paraguay. Los desafíos en el mediano y largo plazo, así como la complejidad del escenario internacional y de la crisis climática se suman a la histórica volatilidad del crecimiento y su bajo impacto en los indicadores laborales. La situación amerita complejizar el análisis incorporando todas estas variables y proyectando la mirada en el largo plazo. UH

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