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Sin poder ofrecer un último adiós: las dolorosas despedidas de los fallecidos en España

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Los enfermos de covid-19 no pueden recibir visitas y fallecen en soledad. Además, los funerales y velatorios están prohibidos y solo pueden asistir tres allegados a los entierros.

Después de que este martes España haya registrado un nuevo récord diario de fallecidos, con 849 muertes, la cifra total se eleva ya a 8.189 decesos.

Pero las familias que pierden a uno de sus miembros se encuentran con nuevas medidas para prevenir la propagación de la epidemia, como la que solo permite que estén presentes en el funeral tres allegados del difunto.

El peligro de contagio de la nueva enfermedad ha hecho que miles de personas estén muriendo en España solas. Así, desde el momento en el que el enfermo entra en la ambulancia o ingresa en un hospital, ya nadie puede acompañarle. De este modo se evita el contagio, aunque multiplica la incertidumbre y el dolor de amigos y familiares.

Los pacientes infectados por este nuevo virus mueren sin la compañía de los suyos, totalmente aislados. Así lo cuenta Lydia Sabate Clayton, cuya abuela ha fallecido por coronavirus: «La verdad es que es bastante duro, porque yo no había visto a mi abuela en cuatro años, y despedirme de ella de esa manera fue duro, fue muy duro», dice.

Velatorios y ceremonias prohibidas

La emergencia sanitaria ha obligado a cancelar los velatorios y otras ceremonias análogas para evitar la propagación del nuevo virus y proteger a los ciudadanos, por lo que independientemente de la causa del fallecimiento, solo un máximo de tres allegados pueden asistir a un entierro.

De momento, la ciudadanía comprende las circunstancias sobrevenidas, como refrenda Alfredo Gosálvez, secretario general de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef): «Tenemos que ayudar a las familias a que restrinjan el trato con sus familiares, sabemos que es un momento delicado, desagradable en muchos casos, pero las familias, la verdad, es que lo están entendiendo admirablemente bien y están facilitando mucho las cosas».

El Palacio de Hielo de Madrid ilustra las duras medidas que se han tenido que tomar en este ámbito. Se trata de un lugar de ocio, una pista de hielo, que ha sido reconvertido en una morgue temporal, debido a la saturación de las empresas funerarias, donde se custodian cientos de cadáveres hasta que puedan retirarlos para incinerarlos o inhumarlos.

La muerte en estas circunstancias, sin poder decir adiós, puede generar un sentimiento de culpa, por no haber estado presente en la despedida y por la imposibilidad de no poder cerrar un triste capítulo. Valeria Mariconi, psicóloga experta en duelo, lo resume: «Estamos aislados, estamos imposibilitados a ir a tanatorios, a ir a hospitales, para poder acompañar y para poder ser acompañados. El duelo se está manifestando de una forma inusual y extremadamente solitaria y aislada«. RT

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