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Urge solución para comunidades del Chaco sin acceso al agua

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Los pobladores de los departamentos de Boquerón y Alto Paraguay, en el Chaco paraguayo, están sufriendo el asedio de las duras condiciones climáticas. Actualmente les afecta la sequía, que está llevando a condiciones extremas la sobrevivencia por la falta de agua potable. Esto no solamente golpea a las personas, sino también a la fauna silvestre.

El pasado fin de semana Última Hora informaba sobre un total de 10 muertes súbitas que se habían registrado en el Chaco debido a la ola de calor que superó los 45 grados centígrados. De acuerdo con los datos aportados por el fiscal de Boquerón, César Sosa Ayala, del total de fallecidos, nueve corresponden al Departamento de Boquerón y uno al Departamento de Alto Paraguay. Algunas de estas personas eran trabajadores de estancias de la zona, lo que, sin dudas, plantea, asimismo, una responsabilidad y cuidado de parte de los empleadores, considerando la situación que se vive actualmente con las altas temperaturas.

Otra situación que causó gran impresión fueron las imágenes viralizadas a través de las redes sociales que mostraban animales silvestres muertos por la falta de agua en la zona de Joel Estigarribia, en Boquerón; los pobladores están haciendo lo posible para suministrar el líquido y rescatar a estos animales. En la zona de Joel Estigarribia no llueve desde hace tres meses, y la temperatura en los últimos días llegó a límites apenas soportables. Una de las pobladoras envió un mensaje desesperado de pedido de auxilio a las autoridades, pues precisan de ayuda para salvar a esos animales.

No caben dudas de que la situación es de desesperación. Las fotografías que llegan desde la lejana zona del país muestran un pequeño venado moribundo cuando es bañado por una persona con un poco de agua fresca, también se ven avestruces y peces muertos, tapires sedientos, y por todas partes escenas aterradoras. Los lugareños relatan que a esto se agrega que las aves intentan ingresar a los pozos o se resguardan en las casas, en busca de cobijo, y que las abejas se amontonan al borde de alguna fuente de agua.

En Boquerón no llueve hace seis a siete meses y las autoridades consideran que están viviendo la peor sequía de los últimos años. Esta condición también afecta al Alto Paraguay, en particular a las comunidades indígenas más alejadas que sufren la escasez de agua, pues sus reservorios se hallan desabastecidos como consecuencia de la escasez de lluvia; sus tajamares se encuentran ya secos, por lo cual deben consumir un líquido marrón, que es lo que queda del agua salobre del tajamar, lo que, a su vez, supone arriesgar la vida y la salud de niños y ancianos, y de toda la comunidad.

Lo más grave y, a la vez, más absurdo es que hablamos de una ausencia del Estado, a pesar de que existen autoridades electas en gobernaciones y municipalidades, las cuales tienen recursos, y si estos son escasos, tienen la posibilidad y la obligación de requerir la ayuda del Gobierno Central para asegurar el bienestar de la población.

Las declaraciones de emergencia por lo general llegan tarde; se hace evidente que no hay previsión ni planificación.

Paraguay le debe su nombre a un río. De hecho, somos un país con recursos hídricos importantes; tenemos ríos, arroyos, lagos, humedales, una parte del Pantanal y acuíferos, y, sin embargo, las autoridades, por su desidia e indolencia, permiten que los pobladores de estas lejanas regiones tengan que vivir en estas condiciones, sin acceso al agua potable, sin caminos seguros ni acceso a la salud.

Es hora de preguntarnos sobre qué tipo de desarrollo se podrá construir con estos niveles de improvisación, y con la incertidumbre que plantean los sucesos climáticos. UH

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